Comenzando la serie de artículos sobre la génesis y desarrollo de “Metal Extremo – El Libro”, hemos de comenzar por contar el principio: cómo surgió la idea de escribirlo.

En 2003, yo era un estudiante de Historia del Arte en la Universidad Complutense, en el último año de la carrera, cuando comencé una asignatura que, sospechaba, me iba a traer muy buenos momentos: Historia de la Música.

Fue allí donde aprendí a apreciar adecuadamente la música de todas las épocas, desde las reconstrucciones de la música grecorromana, al canto gregoriano; de Joskin Des Prez al madrigal italiano, del barroco temprano a las evoluciones de Bach, de Handel a Haydn, Mozart, Beethoven, los Románticos, la Ópera, las Vanguardias, el Neoclasicismo, la Atonalidad, el Serialismo…

La asignatura era impartida (en el segundo cuatrimestre) por un joven profesor llamado Luis Gracia Iberni, un prestigiado musicólogo de gran entusiasmo, mente abierta y métodos poco ortodoxos… con decir que, en el examen final, cuando todos esperábamos escuchar para su análisis una oscura sonata barroca o un difícil lied… Luis puso un tema de ¡Christina Aguilera!

Un día, Luis propuso que realizásemos trabajos académicos para subir nota. Viendo su carácter y su apertura mental, decidí arriesgarme “¿Cuál será tu tema?”, me preguntó. “El Metal Extremo”, dije, sonriendo para mis adentros… “¿Qué demonios es el Metal Extremo?” “Pronto lo sabrás”, le contesté… y yo me preguntaba: ¿sabría Luis de verdad apreciarlo?

Así, en esos meses de Marzo, Abril y Mayo de 2003, realicé un modesto trabajo académico titulado “Breve Historia del Metal Extremo”, y ya podéis imaginar lo que disfruté buscando influencias, redescubriendo clásicos, hurgando en rarezas…

Pero había algo más que me impulsaba a hacerlo: para mí, ya entonces el Metal Extremo era una música ignorada de enorme valor artístico en la que se investigaban temas y texturas sonoras sin parangón en ninguna otra música en el  mundo, y yo quería expresarlo por escrito. ¿Sabría transmitirle estas ideas a Luis?

El resultado superó todas mis expectativas. Luis se mostró sorprendido por no conocer la existencia de un universo, a su juicio, tan interesante, y de la que la música del espectro más “culto” tenía algo que aprender. Me propuso ampliar el trabajo, darle forma de libro y publicarlo a través de una prestigiada entidad cultural… y así surgió la idea de escribirlo.

Por desgracia… la vida da muchas vueltas. Terminé la carrera, me independicé y tuve que empezar a buscarme la vida en un mercado laboral con muy pocas ofertas para Historiadores del Arte… Comencé a ganarme la vida en otros campos y recomencé mi proyecto de vida, mientras trataba de salir adelante… El libro tendría que esperar… y lo peor estaba por llegar.

En 2007, Luis murió. Era demasiado joven, tenía demasiadas cosas por hacer, demasiados libros que escribir y clases por dar…

Yo no me enteré inmediatamente, sino un año después. Cuando lo supe, no pude menos que tomar el viejo trabajo de mi estantería y decirme a mi mismo que tenía que escribir ese libro.

Otros amigos, tanto veteranos de nuestra música, como recién llegados a la escena, me animaron a ello: les pareció un proyecto que debía llevarse a cabo… Y comencé a ver que por mucho que mi vida fuese complicada, no tenía excusa: por Luis, por mis amigos, por la escena… tenía que escribir ese libro.

Gracias a vuestro apoyo, pronto será una realidad.

Hoy termino con uno de los temas que tanto le gustaban, y que seguro, sabréis apreciar. Va por ti, Luis.

PABLO SARASATE – Capricho Vasco

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